FOTOLIBRO 

Whatever will be es cómo un cuento de hadas que empieza por el final. ¿Qué si pasaría si nos sal- tásemos el “había una vez” 

y fuésemos directamente al banquete de las perdices, o mejor aún, años después de eso, cuando les perdices empiezan a escasear y todas las cosas que creímos solidas se tambalean? Porque toda época de abundancia lleva eventualmente a una decadencia orgánica que la envuelve de misticismo, entonces hablamos de los “buenos tiempos” con ese aire de nostalgia que tanto nos pertenece.

La ciudad arruinada de Ferrol -tanto en sentido metafórico como 

literal- sirve como el decorado perfecto para este cuento particular, envolviéndolo todo de un misterio romántico y decadente del que sus protagonistas no parecen poder desprenderse nunca. Pese a todo, no es una decadencia opresora, si no algo orgánico que otra vez abre sus puertas a la vida y nos invita a reflexionar y participar en el relato. 

El paso del tiempo, el poder contar con alguien o el no querer tener que contar con nadie, el peso de nuestras decisiones y la familia, del lugar, los errores que inevitablemente nos persiguen siempre, que son más nuestros que nosotros mismos a veces, todas esas sensaciones que en raras ocasiones envuelven a la vida de una intensidad especial están presentes aquí, contadas desde el cariño de la experiencia, pero nunca de una forma nítida y tajante que quizá nos sacaría del encanto del cuento, que es su ambigüedad vitalista.

Más allá de los lemas de autoyuda que hoy en día tanto abundan en los libros y en la red (carpe diem etc), este cuento nos invita a vivir por encima de nuestras posibilidades y en peligro constante, 

a arriesgarnos siempre pero también a reflexionar sobre el peligro porque si no no creceríamos nunca, algo así como encarnar ese existencialismo punk con toques de cinismo constructivo gracias al cual sus habitantes han conseguido sabiamente adaptarse a las ruinas y sobrevivir, a veces incluso hasta encontrar la propia felicidad.