Hay lugares que son tomados por los espĆritus.Ā Esto es lo que ocurriĆ³ con una mansiĆ³n ubicada en las afueras de Santiago.Ā
En 1908 llegĆ³ a Chile el ingeniero francĆ©s AndrĆ©s Dubois, contratado por el gobierno de entonces para dirigir la instalaciĆ³n del alumbrado pĆŗblico a gas de Santiago.Ā
AristĆ³crata y adinerado, al poco tiempo de llegar a Santiago, adquiriĆ³ un enorme predio en la periferia poniente de la ciudad, donde construyĆ³ una hermosa mansiĆ³n donde se instalĆ³ a vivir con su esposa y tres hijas.Ā
Sin embargo, la felicidad no era completa ya que el mayor deseo de AndrĆ©s era tener un hijo; un varĆ³n que le diera continuidad a su apellido y un toque masculino a su hogar.Ā
Su esposa - Rose Biravel - en su afĆ”n de satisfacer a su marido, recurriĆ³ a los servicios y consejos de una bruja, la que le afirmaba que con sus mĆ©todos ella serĆa madre nuevamente y, ahora, del tan ansiado varoncito.Ā
IniciĆ³ asĆ un largo tratamiento. La hechicera le administraba brebajes preparados con hierbas silvestres, le cambiĆ³ sus rutinas alimenticias y para asegurarse que la criatura por nacer fuese un hombrecito, la curandera convenciĆ³ a Dubois de levantar una gĆ”rgola andrĆ³gina en el jardĆn de la mansiĆ³n
Esta gĆ”rgola - una figura grotesca, humana o animal, sĆmbolo de la fertilidad - cumpliĆ³ con el propĆ³sito con que fue instalada y, un aƱo despuĆ©s, la esposa de Dubois dio a luz a aquel tan esperado varĆ³n. Pero este pequeƱo naciĆ³ con una serie de deformidades. Al verlo, el ingeniero enloqueciĆ³ y ahorcĆ³ a su propio hijo y lo sepultĆ³ en el mismo jardĆn.Ā Ā
Su mujer, tambiĆ©n envuelta en la locura, se colgĆ³ en la misma casona. De sus hijas nunca se tuvo registro. Dubois vivirĆa el resto de su vida solo y sumergido en la demencia.Ā
AsĆ naciĆ³ la leyenda de la casa embrujada.Ā Ā
Se dice que, hasta el dĆa de hoy, despuĆ©s de mĆ”s de 100 aƱos, se escuchan en la mansiĆ³n, movimientos de espĆritus que se agitan eternamente atrapados entre esas paredes y que buscan un escape hacia un mundo mejor.