A medida que la temperatura de nuestros océanos se eleva, una región prominente en el océano Atlántico Norte se enfrenta a un desafío inusual y valiente. Esta hazaña marina, bautizada como el «blob frío», emerge como una anomalía inesperada que quedó grabada en los registros climáticos hace casi una década.
En este artículo, te sumergiremos en el fascinante relato de cómo este evento, a contracorriente del fluir oceánico, está tejiendo un impacto trascendental en el cambio climático, actuando como un recordatorio de la poderosa influencia que nuestro entorno natural tiene sobre nuestro planeta.
Este fenómeno, albergado en las costas atlánticas de Canadá y Groenlandia, ha captado la atención de científicos y eruditos, desafiando todo lo que conocemos y dando lugar a una investigación sin precedentes. Este «blob frío» está entrelazado con la desaceleración de un sistema oceánico global de gran envergadura: la Circulación de Vuelo Meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés). Su función es transportar el calor tropical hacia el norte y dirigir aguas frías hacia el sur, debajo de la superficie.
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