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En este mundo literario imaginario se creó un espacio, una tienda, un santuario donde este personaje vive entre cartas, plantas y memorias.
"Mi tienda es mi santuario, mi escritorio, donde paso la mayoría del tiempo es mi desorden ordenado. Tres anturios, dos orquídeas, un sello, unas cartas. Mi hogar, el lugar de historias fascinantes, secretos susurrados mediante pétalos, olores impregnados detrás de cada pared, posdatas del corazón y tintas con vida propia.
Todos estos elementos me permiten empacar la planta por correspondencia para su próximo dueño. Cada una habla diferente, abre portales, corazones, revelaciones, miedos y moralejas. Por eso nunca pueden estar empacadas igual. Su futuro cuidador siempre recibirá su planta a cambio de una carta, pues estas no tienen valor fijo, valor predeterminado, no son un algo.
Cada rincón de mi casa, mi tienda, esta rodeado de letras y plantas. En el centro me encuentro yo, que me dedico día tras día a cuidarlas. Aunque parezca monótono, ningún día es igual porque cada día tienen una historia diferente para contar.
En la parte de atrás de mi santuraio mis plantas reviven al amanecer cuando el sol traspasa los grandes ventanales de mi invernadero y con la puesta de la luna, van esculpiendo recuerdos efímeros o eternos que se van impregnando entre mis libros.
Cada vez que salgo por mi pequeña puerta roja mis plantas se despiden de mí. Con nostalgia las dejo atrás y reviso mi buzón. Las cartas vienen y van, dejando historias y llevando moralejas a quien las quiera oír.
Dejo atrás mi pequeña casa de techo y puerta roja. Esa que siempre está abierta para quien quiera adentrarse en mi universo. Hay cartas por doquier, cartas que rebozan mi buzón en busca de destinatarios a la distancia. Cartas rememorando lo que perdura por años, sentimientos atrapados, admiración profunda, saludadas, agradecimientos pero también despedidas. Cada que doy un paso atrás mi casa se pierde entre las montañas y el cielo azul, desdibujandose en el tiempo y el espacio."
Fin.
