El alcalde en turno de Posmópolis: El Conde Daniel Gagarin, se recluyó 111 días y 2 horas en el Claustro Cuántico de la Orden de los Artífices de Nubes. Durante este tiempo meditó la historia, el desarrollo social y económico de la ciudad y sus logros humanísticos. Cuentan algunos que durante los días leía y leía mientras que en las noches, desnudo ante la luna, tenía intensos trances místicos que lo llevaban a bailar por horas sin parar.

Al término de las horas pactadas, Daniel Gagarin abrió la puerta mostrando una cara de paz que dejó atónitos a los que lo recibieron; tomó entre sus manos un báculo y tocó tres veces el suelo.

Pam

Pam 

Pam

Todos callaron y esperaron las palabras del alcalde.

Daniel Gagarin levantó la mirada hacia la gente y les dijo en un perfecto español de Castilla: Señores, sólo hay una verdad. La gente escuchó las siete palabras que dijo el alcalde. Había lágrimas, temblores y desmayos. El alcalde, ahora ombudsman, terminó su breve discurso con precisión y cadencia: Y Posmópolis, Santísima Posmópolis. 

La gente cayó en el suelo y se retorcieron entre las piedras, pasto, saliva y lágrimas. El movimiento de sus cuerpos causó el primer terremoto de la ciudad que destruyó edificios, creo grandes vacíos en el centro y periferias hundiendo a la gente, los carros y las mascotas en una pastosa masa de alabanza.

Ese día Posmópolis creció de nuevo entre sus restos.