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Darle curso a una encomienda, como la que se nos ha pautado – tal es el complejo caso, de referirnos a una obra relacionada con la historia de la Cámara de Comercio de Paraguaná - , pierde relativamente esa complejidad, cuando nos regresamos a la adolescencia y el recuerdo nos conduce por aquellas reuniones en las cuales sólo éramos testigos observadores de los momentos en que nuestra ciudad - desprovista absolutamente de ropaje geopolítico -, contaba con esta entidad para sustituirlo y emprender acciones; que si queremos abordarla con magnificaciones, le daba carácter de municipalidad no oficial.
Ello también debe haberle ocurrido, luego de releer el trabajo que se le ha sugerido mediante el esfuerzo conjunto del abogado Salomón Lugo Colina, el valioso aporte de la periodista Lianruth García y a nuestro amigo Orlando Brett, profesor de ciencias sociales y presidente del Centro de Historia de nuestra región, que les llevó a revisar sesenta años de la documentación obtenida respecto a la génesis y la incidencia consecuente de la nombrada corporación en el ámbito social de nuestra península; partiendo por supuesto de lo económico y que conjugaron seguramente con esas impresiones de otros tiempos, alojadas en el propósito compartido de andar compilando y rebuscando la memoria de nuestras comunidades.
La Cámara de Comercio de Paraguaná, como se llamó inicialmente, con la posterior adjetivación de lo industrial y pasar a ser entonces abreviado como CACOINPAR, fue una casa en los términos apropiados de la reducción de sus habitantes. Una casa con espacios precarios y un ventilador dando vueltas incesantes, hasta lograr atenuar los naturales calores de nuestra Paraguaná.
Allí se concentró el emprendimiento de hace 60 años, que aparte del motor fundamental representado por el petróleo, reunía a visionarios comerciantes – propietarios, por cierto de establecimientos incipientes - y que sin embargo no se centraron únicamente en los intereses particulares; si no que iban entendiendo, en nombre del afecto y el agradecimiento que, “el caserío más grande del mundo” no podía seguir estando desguarnecido. Por lo que desde entonces, como antes lo ha citado el autor de este prólogo matizado por lo anecdótico, son los que iniciaron o se sumaron a los propósitos de la creación de escuelas primarias, de liceos sustitutivos de los gratamente recordados colegios privados, del trazado de calles, de la lucha por la categorización municipal de nuestro territorio, la insurgencia de la zona franca y tantos episodios que, como ejemplo, concluyeron también en el respaldo a la creación del ateneo local.
Esta tríada de autores – investigadores, han reflejado en el texto CACOINPAR 1952-2014 Testimonios para la Historia Regional buena parte de la historia de esta corporación y de la historia contemporánea de la península, a través de la revisión pormenorizada de documentación oficial legada por gente tan vinculada a la Cámara desde el punto de vista testimonial, como la ejercida por Don Virgilio Arteaga Hernández, quien fue su secretario por más de treinta años, e incorporando progresivamente aspectos relacionados con la vida institucional de la Cámara.
A partir de este prólogo entonces, comenzaremos a conjugar lo que nos emociona de sentirnos partícipes del nacimiento de un algo, que más que un algo definitivamente es un todo.
Punto Fijo, Mayo de 2014
Guillermo de León Calles
Cronista del Municipio Carirubana
Guillermo de León Calles
Cronista del Municipio Carirubana
