Respeto es una palabra básica en este proyecto. Dibujo cada árbol al natural, únicamente con lápiz y papel, durante el tiempo que sea necesario, semanas o meses. Soy precisa en cada detalle, porque soy muy consciente de que estoy frente a un ser vivo único, irrepetible. En su forma y en sus texturas, en sus movimientos y cambios de luz, leo su vida larga y generosa. Una vez he terminado el dibujo lo escaneo para, mediante Photoshop, poder completar el proceso dándole el color de la emoción que el árbol me transmite, y hacerlo sin perder los gestos de las líneas que he dibujado frente a él, como ocurriría si pasara el dibujo a tinta manualmente. La imagen final surge pues de la observación plenamente consciente y de la intuición.

Dibujar cada árbol, en jardines privados o en bosques, que me atraen por su forma única, por su manera de estar en el mundo, hace que llegue a conocerlos profundamente. La concentración que es necesaria para realizar estos dibujos pide soledad y silencio, en sesiones de varias horas que me proporcionan una calma propia de la meditación. El respeto que me inspiran todos los seres vivos, hace que para mi sea importante no modificar en absoluto ni el árbol ni tampoco su entorno, y al finalizar cada sesión me alejo sin dejar huellas de mi presencia. 

Medidas: 150 x 300 cm.